Cuando la fuerza se ha perdido
y la voluntad nos deja,
Precisamente tú,
de eso mismo te llenas.
Por tus pasillos vaga la indigencia
y los silencios de esos niños
que agonizan en tu trastienda
el aire que han perdido.
Se que nos hablas de paz
pero encubres nuestra miseria,
tus hijos no son tus hijos
y tu vida no es la nuestra.
Unos, son los mendigos
del olvido que les deja.
Otros, el tronco perdido
de los que se allí se quedan.
Pero a ti te digo,
romperemos esa cadena.
nuestros muertos morirán estando vivos,
y sus sueños dormirán en nidos
donde al abrir los ojos se sientan queridos.
Casa con dos puertas
mala es de guardar.
y la razón de no molestar
parece estar siempre abierta.
¡Qué hemos hecho tan mal!